Rosalía Nalleli Pérez-Estrada*
Interesante propuesta que hace Gary Hamel en su libro The Future of Management, en el que sugiere eliminar las jerarquías y aplicar una administración horizontal, con gente comprometida, soñadora, innovadora, que tiene contacto con el producto, que sabe lo que el cliente espera y que desea cumplir sus metas.
En su propuesta ejemplifica cómo la gente hace su trabajo por el placer de hacerlo, poniéndose metas para sí mismo, sin tener que obedecer ciegamente un proceso que le elimina la creatividad, el deseo de avanzar y de dar resultados; en un tipo de motivación interna de hacer lo que más le gusta; donde el motor que lo mueve es el deseo de lograr sus objetivos sin descuidar la calidad de sus resultados. En su ejemplo de administración, él menciona que, al desconectarse del producto, se perdió también la conexión emocional de lo que se entrega y se pasó a un menor sentido de responsabilidad por la calidad, del producto y por la eficacia. Y, en un intento de lanzarme al vacío ante la crítica de los conservadores de la educación, me atrevo a decir que su propuesta podría equipararse a lo que sucede en la enseñanza, cuando son mínimo 6 docentes los que trabajan en educación básica con un mismo alumno, y que en un año escolar se preocupan por él, pero al siguiente lo olvidan por buscar el avance de los nuevos alumnos, en donde la responsabilidad de todos lleva a resultados de nadie…entregando un producto final con ciertas competencias, pero con muchas otras faltantes, ya que cada quien imprime su enseñanza, dependiendo de su visión del mundo, convirtiendo a sus alumnos en piezas de un sistema educativo que llevan a la no conformidad.
Esta no conformidad se aprecia cada vez más cuando se reprueba un examen de certificación, una prueba estandarizada, se es rechazado en un empleo o se es incapaz de convivir en paz con la sociedad en la que vivimos, pero se convive con mayor facilidad con la violencia, el robo, el atropello a los derechos humanos y a la seguridad social. ¿De qué manera se regresa el producto?
Es cierto que el proceso que se sigue no es malo, lo malo es el seguimiento que se le da en cada subproceso. En la empresa el producto final se puede medir en parámetros de calidad y se ha buscado romper paradigmas: los gerentes han dejado de ser los únicos que representaban a la organización y los empleados han dejado de ser simplemente un contingente de recursos necesarios, dándoles un papel más inclusivo y de unión de talentos. Para esto, Hamel cuestiona en su libro porqué se ha llegado a creer que la libertad y la disciplina se excluyen, ejemplificando con la analogía del software y la computadora, que no funcionan hasta que alguien los hace funcionar. Habla también de los empleados indiferentes, con innovación mutilada en organizaciones poco flexibles, que les truncan el don de aplicar sus talentos en una prisión que rompe libertades y al verse impedidos dejan también de responsabilizarse.
Dice (p. 188) que “una manera de romper los grillos del pasado es desterrando las decisiones que se marcaron atrás y que los empleados necesitan de los gerentes en gran medida por la misma razón que los chicos de 13 años necesitan de sus padres: son incapaces de manejarse así mismos”. En otras palabras, se les ha roto la libertad de tomar decisiones, de poner sus propios parámetros de calidad, pensando que requieren de vigilancia para poder producir.
En la educación, si al docente se le minimiza en sus resultados, se le imponen jefes de materia, supervisores, auxiliares de supervisores, jefes de sector secretarios y los secretarios de los secretarios, probablemente se les coarta la libertad de responder por sí mismos por sus frutos y parte de la baja calidad quizás tenga relación con la rebeldía del adolescente cuando el papá lo obliga a hacer algo que no quiere, se enoja con el papá y logra bajas calificaciones.
Entonces ¿Qué pasaría si se les permitiera un poco más de libertad por enfrentar sus consecuencias, evitando la represión del seguimiento a sus procesos, a sus documentos o a sus horarios? ¿Qué pasaría si por niveles se nombrara a un responsable único, para llevar de la mano a un grupo de alumnos durante todo el nivel y después exigirle en sus resultados, sin que tuviese que compartir la responsabilidad de muchos, y esto sirviera para evaluarlo realmente, en el rubro de los resultados? ¿Qué pasaría si se les reconocieran más sus logros, se ensalzara más su imagen y se le diera más realce a su labor, dejando de hablar tanto de sus errores, para cambiar los parámetros de aciertos?. Si esto sonara a algo descabellado, pensemos en aquellos docentes que durante las cruzadas con Vasconcelos trabajaban arduamente y con pasión, buscando objetivos comunes, sin tener que lidiar con todos los aspectos que actualmente nos ocupan.
Urge el cambio de ver al docente como el causante directo de la educación del país, para respetarle más en su labor diaria, sabiendo que es una parte del todo y quitarle parte de la gran carga, dándole un rol especifico, en este mundo donde la tarea es de todos pero la responsabilidad es de nadie.
Gary Hamel, (2008) The Future of Management. ISBN: 9789584508393
*Directora en Universidad Santander. Docente de Universidad Politécnica de Tlaxcala [email protected]