La agenda de la Organización Iberoamericana de la Juventud formuló una propuesta que se sustenta en una evaluación crítica de la escasa atención que tuvieron las y los jóvenes en el marco de los ODM, definiendo una sola línea genérica: promover el empleo juvenil
, sin precisar metas ni definir indicadores para verificar avances. Se hace énfasis en la necesidad de invertir más y mejor en las y los jóvenes, no sólo por un simple criterio de justicia social, con un sector poblacional particularmente afectado por la exclusión social, sino también y fundamentalmente porque las y los jóvenes están más y mejor preparados que los adultos para lidiar con las dos principales características del siglo XXI: la permanencia del cambio y la centralidad del conocimiento. Las actuales generaciones jóvenes que han nacido y crecido en el paradigma de la sociedad del conocimiento generan vínculos naturales con las tecnologías de la información y la comunicación, que hoy se erigen como principales herramientas del desarrollo…
Publicado en La Jornada