Francisco Javier Lozano Díaz*
En la publicación del informe Construyendo una educación de calidad: un pacto con el futuro de América Latina [1], elaborado por la Comisión para la Educación de Calidad para Todos, instado por Diálogo Interamericano en coordinación de Ricardo Lagos y Ernesto Zedillo, ex presidentes de Chile (2000-2006) y México (1994-2000). El documento desarrolla un análisis de la situación actual de la educación en Latinoamérica con seis campos de trabajo a grandes rasgos, entendiendo la complejidad y diversidad de países, culturas y sociedad que conforman la inmensa extensión americana.
Las conclusiones generales del informe muestran una situación de mejora real y un amplio campo aún por mejorar. Los sistemas educativos en su mayoría han logrado avanzar en la cobertura, dando posibilidad de educación a sectores de la población antes excluidos e incorporando a colectivos marginados. Para ello, se han aumentado la dotación de recursos; en primer lugar, económicos con el incremento porcentual del PIB dedicado a la educación, y en segundo lugar, derivado de lo anterior en más infraestructura, recursos humanos y equipamientos.
En contrapartida, los niveles de aprendizajes analizados desde las pruebas nacionales e internacionales, referenciadas en este informe, aplicadas a los niños y niñas latinoamericanas arrojan un déficit importante frente a otras regiones del mundo. Los sistemas educativos incluyen más población, pero no reportan mejoras significativas en el desarrollo de las competencias claves para el mundo actual. Tan siquiera aquellas naciones más destacadas en la región poseen sistemas educativos en el grupo de cabeza de los sistemas a transferir como el caso archiconocido de Finlandia.
¿Qué hacer ante este panorama? Desde la Comisión para la Educación de Calidad para Todos se definen seis líneas de trabajo: Desarrollo infantil temprano, Excelencia docente, Evaluación de Aprendizajes, Nuevas tecnologías en educación, Educación relevante y Financiamiento para el logro de resultados.
Pero, ¿Cuál es el elemento fundamental de la educación?
Atendiendo a la evolución pedagógica de los análisis didáctico del hecho educativo, se encuentran tradiciones diversas como: paidocéntricas en las obras de Quintiliano, magisteriocentristas en los planteamientos de Ignacio de Loyola, ambientalistas como plantea Montessori y un sinfín de corrientes hasta las actuales postulaciones sobre la personificación de la enseñanza de autores varios como Tomlinson, Ainscow o Skliar.
Confrontado las líneas propuestas con tradiciones pedagógicas de todos conocidas, se llega a la conclusión que el documento no se plantea la mejora real, simple y directa de la tarea discente. La mejora de la calidad centrada en el desarrollo de las competencias básicas para el siglo XXI puede pensarse en términos de realizar una atención temprana con docentes excelentes cuya evaluación sea pertinente desde entornos tecnológicos ricos y planteados con solvencia económica para el desarrollo de una educación relevante. Como así postula el documento.
Pero, para enseñar Latín a Juan, ¿Qué es más importante? Sobre todo, conocer las rutas de Juan para aprender, así como que el docente domine la disciplina para con estrategias didáctica caminar con él hasta el objetivo de volver competente al aprendiz.
Llegados a este punto, cabe esbozar la mejora de la calidad educativa desde la importancia del quehacer cotidiano de los estudiantes que acuden al sistema educativo, porque se tiene la garantía de oportunidad. Obvio, que entornos ricos en docentes, recursos, metodologías y desarrollo curriculares poseen mayor potencial de aprendizaje. Diseñar un plan de mejora educativa sin tener en cuenta para quién va dirigido en base a resultados de pruebas internacionales más o menos estandarizadas supone diseñar un plan para la competición, no para la competencia. Porque ser competitivo es diferente a ser competente.
En conclusión, el sistema educativo se piensa desde las élites gobernantes para la competición del momento. Mientras la educación pensada desde el desarrollo de competencias de los educando sitúa la meta a más largo plazo, incluso un plazo inalcanzable a escala humana. Todo para los estudiantes sin los estudiantes significa ofrecer un modelo educativo desconectado del desarrollo humano y social global. Consagrando un modelo acorde con los intereses momentáneos de los grupos de presión y poder.
*Psicopedagogo, especialista en Currículum, Tecnología e Inclusión. Maestría en Gestión del Conocimiento y Tecnología Educativa. [email protected] – http://www.franlozano.es
Referencias:
[1] Comisión para la Educación de Calidad para Todos (2016). Construyendo una educación de calidad: un pacto con el futuro de América Latina. Recuperado de goo.gl/Y8J36L (Consultado en Agosto de 2016).